Ray Mono (UK) llega por primera vez al Alto Valle: groove británico en la unión de los ciclos Freedom y B-Lift

Ray Mono (UK) llega por primera vez al Alto Valle: groove británico en la unión de los ciclos Freedom y B-Lift

Hay artistas que hacen ruido y otros que construyen ecos. Ray Mono, DJ y productor originario de Manchester, con una historia clave en Leeds, pertenece a esta segunda especie. Su nombre circula en voz baja entre los conocedores, pero su música hace mucho que habla fuerte. El 12 de julio, llega al Alto Valle para ofrecer una sesión extendida en el marco de una coproducción entre Freedom y B-Lift, dos colectivos que apuestan por la calidad por encima de la fórmula.

Más que una fecha internacional, la presencia de Ray Mono en la región es un statement: una celebración del house narrativo, minimalista, preciso y emocional. Una oportunidad para escuchar de cerca a un artista que ha sido parte clave del refinamiento sonoro del underground europeo en la última década.

De Manchester a Leeds: la cuna del groove

Aunque nacido y residente en Manchester, Ray Mono desarrolló gran parte de su carrera artística en Leeds, donde fue residente y promotor durante más de diez años de mono_cult, una fiesta underground de culto que marcó a toda una generación. Esta experiencia no solo le permitió pulir su técnica como DJ, sino también entender el pulso de la pista en sus diferentes momentos y atmósferas. Mono_cult, inspirado por las largas temporadas que Ray pasó en Ibiza, y especialmente por los afters en DC10 y Cocoon, se convirtió en un laboratorio de escucha activa, de construcción de mood y de conexión genuina con el público.

Tras el cierre de mono_cult en 2017, Ray Mono decidió volcar toda su energía en la producción y en la expansión de su carrera artística, incluyendo el lanzamiento de su sello homónimo, con el EP Paid In Full como primera referencia.

Un groove que se transforma en relato

El estilo de Ray Mono no se explica con géneros. Hay minimal, sí. Hay tech-house, también. Pero sobre todo hay estructura. Una lógica interna donde cada elemento —desde el hi-hat hasta la envoltura de un bajo— ocupa un lugar no solo funcional sino simbólico. Mono no produce para sonar: produce para decir algo.

Su música no baila por vos: te invita a decidir cómo moverte. Y en ese proceso, te hace consciente de lo que significa bailar.

El estudio como extensión de la escucha

Detrás de sus EPs en sellos como PIV, META, Eastenderz, Hedzup o Do Not Sleep, no hay un afán de pertenencia a una escena, sino una ética del detalle. Tracks como los que integran Organic Damage no están pensados como bombas para el peak time: están diseñados como dispositivos de tiempo, loops que se abren y se cierran, repiten y mutan, construyendo un trance que nunca es automático.

Ray Mono graba con herramientas propias —presets custom en su Access Virus Ti2, secuencias moldeadas en Ableton, sets armados desde la escucha activa más que desde la pista poblada. Lo técnico no es decorativo, es parte de la ideología sonora. Como productor, no busca romper el molde: lo que hace es afinarlo hasta el extremo, buscando esa zona liminal entre lo funcional y lo sensible.

Cada track es una arquitectura invisible: una coreografía de elementos mínimos que organizan el espacio sin imponerse.

La pista como territorio cultural

Que Ray Mono toque en la Patagonia no es sólo una victoria logística. Es una señal cultural. Su presencia descentraliza los circuitos del booking tradicional y plantea otra posibilidad: que el sur también puede ser territorio de escucha activa, de riesgo curatorial, de encuentro con artistas que no están en el centro del algoritmo.

La alianza entre Freedom y B-Lift se vuelve clave acá: no como productoras de eventos, sino como gestoras de contexto. Porque traer a Mono es apostar por una experiencia que no busca el asombro inmediato, sino la transformación progresiva.

No se trata de traer “nombres internacionales”, sino de elegir con qué narrativa sonora se quiere dialogar.

Una política del groove

Ray Mono no hace hits. Hace preguntas. Cada set suyo es una forma de ensayo, donde la mezcla no busca fundir dos tracks, sino construir sentido en el cruce. Es un artista de la continuidad, del intersticio, de las zonas grises. Ahí donde muchos DJs aceleran, él sostiene. Donde otros saturan, él depura.

El 12 de julio no se baila una fiesta. Se baila una manera de pensar el ritmo. Se baila una política del cuerpo, del sonido y del lugar. Se baila —por fin— una idea.

La Patagonia suena.
Descúbrela todos los días.