Kraftwerk: los pioneros que transformaron la música electrónica para siempre

Kraftwerk: los pioneros que transformaron la música electrónica para siempre

A fines de los años sesenta, dos estudiantes del conservatorio de Düsseldorf coincidieron en un curso de música improvisada. Florian Schneider y Ralf Hütter fundaron entonces Organisation, una primera encarnación de lo que, poco tiempo después, se convertiría en Kraftwerk: una de las bandas más influyentes de la historia de la música electrónica.

Completaron la formación Wolfgang Flür y Karl Bartos. Con un cono de tráfico blanco y naranja como símbolo, comenzaron tocando en universidades, galerías y cafés, frente a un público tan desconcertado como seducido por esa estética fría y depurada que años más tarde inspiraría a generaciones de músicos.

Kraftwerk, photographed in New York in 1975. From left: Karl Bartos, Wolfgang Flür, Ralph Hütter and Florian Schneider.

El futuro digital: pop y tecnología

Elegantes en lo visual, sobrios en lo sonoro y parcos ante la prensa, Kraftwerk combinó la vanguardia experimental con la sensibilidad del pop. Su sonido hipnótico y maquinal anticipó el house, el techno, el trance y la cultura del club que hoy respira en pistas de todo el mundo. Pero más allá del estilo, el sello distintivo fue siempre el mismo: una obsesiva búsqueda en las posibilidades tecnológicas de hacer música. «Somos obreros musicales», solían decir.

Los tres primeros álbumes —Kraftwerk I, Kraftwerk II y Ralf and Florian— completamente instrumentales, sirvieron como laboratorio de ideas. El proyecto tomó forma definitiva en Autobahn (1974), que por primera vez incorporó voces: frases simples, repetitivas, con un tono que imitaba los mensajes radiofónicos. Esa poética maquinal alcanzaría uno de sus puntos más altos en Computer World (1981), donde se escucha:

«Interpol y el banco alemán, FBI y Scotland Yard / negocios, números, dinero, gente / mundo de computadora».

David Bowie y Kraftwerk: la conexión que marcó una era

El vínculo entre David Bowie y Kraftwerk es fundamental para entender la expansión de la música electrónica en la cultura pop. En los años 70, Bowie ya estaba experimentando con sonidos futuristas, y fue un fan declarado de Kraftwerk. El propio Bowie señaló que Kraftwerk era una influencia clave en su obra y que su estilo era el futuro de la música.

En sus primeras giras, Bowie estaba obsesionado con Autobahn y la máquina de sonidos que proponía Kraftwerk. Durante la creación de Low (1977), uno de sus álbumes más vanguardistas, Bowie se inspiró en el trabajo de Kraftwerk y sus técnicas innovadoras, lo que permitió a Bowie integrar elementos electrónicos en su música de manera fluida.

David Bowie (izquierda) con Brian Eno y Robert Fripp

Según Ralf Hütter, en una entrevista para la revista MOJO:

«David Bowie era el más importante fan de Kraftwerk. Fue algo muy importante para nosotros, porque vinculó lo que estábamos haciendo con la corriente principal del rock. Bowie solía decirles a todos que éramos su grupo favorito, y a mediados de los 70 la prensa de rock solía colgar cada palabra de su boca».

El encuentro entre ambos ocurrió en Düsseldorf en 1976, y aunque no lograron una colaboración directa, el respeto y la admiración fueron mutuos. Bowie consideraba a Kraftwerk como pioneros, los artífices de una música que escapaba de lo convencional. De hecho, su álbum Low incluye temas que remiten a la misma experimentación sonora que caracteriza al grupo alemán.

Obsesionados con la precisión: vanguardia y aislamiento

La pieza que da nombre a Autobahn es un homenaje sonoro a la primera autovía europea, que unía Colonia con Bonn. El viaje dura 23 minutos y entusiasmó a David Bowie, quien intentó trabajar con Kraftwerk, aunque sin éxito. Michael Jackson también los quiso en Thriller. Tampoco funcionó. Nadie ajeno a Kraftwerk lograba entrar en Kling Klang, su estudio-laboratorio en Düsseldorf, cerrado incluso a mujeres para «evitar distracciones».

La lógica de funcionamiento del grupo rayaba en la misantropía. «Actuaban con férreos horarios escrupulosamente respetados», y su método era antitético al del rock tradicional. La anécdota más humana quizá ocurrió en 2015, cuando a uno de los miembros se lo sorprendió revisando su correo electrónico en plena actuación. Tecnología hasta en los descuidos.

Kraftwerk y su legado en el mundo digital

Su último gran álbum, Tour de France Soundtracks (2003), se inspira en un sello húngaro de 1953 que muestra ciclistas bajando una montaña. Una de las melodías citadas pertenece a Paul Hindemith, compositor proscrito por el nazismo como representante del «arte degenerado». Los símbolos nunca fueron casuales.

En los últimos veinte años, Kraftwerk se dedicó a remasterizar su obra, pulirla y recontextualizarla. En 2009 ofrecieron conciertos 3D en una fábrica de Volkswagen, en Wolfsburgo. Kraftwerk —que significa “central eléctrica”— tocando en una fábrica de autos. Una imagen circular. Una matrioshka electrónica.

Ellos mismos lo dijeron:

«La inspiración viene de los ruidos que escuchamos».



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